Ricardo Trejos Maldonado en la biblioteca de El Nuevo Diario la que convirtió en su oficina como editor de la página de Opinión |
Cada 8 de Septiembre se celebra el Día Internacional del Periodista, en homenaje al checoslovaco Julius Fucik, periodista asesinado por los nazis. Y a propósito de esta fecha, quiero homenajear a mi padre Ricardo Trejos Maldonado, periodista, maestro, humanista y orador por excelencia.
El ha sido mi inspiración, primero para decidir ser periodista, y cuando lo decidí, sabía que tenía un gran reto, superar al padre, tuve temor ante ello, sin embargo con el tiempo entendí que no se trataba de competir, sino de ser buena periodista. Y cuando estudiaba mi padre solía decirme: "hija si quieres ser una periodista honesta" sepa que los periodistas honestos no se hacen millonarios".... también me decía: "cuando vaya hacer una entrevista de cualquier tema, lea antes sobre el tema y conozca de antemano al entrevistado, y cuando este haciendo la entrevista sino quedó clara, vuelva a preguntar porque es mejor quedar ignorante en el tema ante el entrevistado, porque uno no es científico, médico o abogado etc, y hasta que esté clara lo traslada al publico. Estas lecciones jamás las olvide y las hice parte de mi practica en el periodismo.
Mi padre solía escribir a mano sus escritos que publicaba semanal en su columna "Bitácora" en El Nuevo Diario", esto lo hacía después que se jubiló y dejó sus funciones de Editor de la página de Opinión, pero continúo publicando sus escritos. Los escribía a mano, como expresaba, y lo hacía de un sólo tirón sin equivocarse. Una vez terminado su articulo, me los daba para que yo los escribiera en la computadora. Aunque no me lo decía, se que lo hacia para enseñarme como se escriben los artículos de opinión.
En el 2001, pasó por mi oficina dejándome un articulo para que lo levantara en la computadora, comencé a typear y medida que lo escribía se me hacia un nudo en mi garganta, el articulo era referido a su jubilación, y las lágrimas saltaron de mis ojos cuando llegue a la parte donde expresaba "el periodista de vocación sólo se jubila con la muerte", y luego donde expresaba que en ese retiro forzoso y por ley de vida, desearía pasarla en medio del campo en su casita solariega para sentarse en el corredor a leer y releer sus libros, que por cierto son cienes que forman su biblioteca, esto esta en deuda aún lo de la casa solariega.
Por eso hoy también quiero compartirles desde mi blog ese artículo que publicara en El Nuevo Diario bajo el Titulo EL PERIODISTA DE VOCACIÓN SOLO SE JUBILA CON LA MUERTE.http://archivo.elnuevodiario.com.ni/2001/septiembre/01-septiembre-2001/opinion/opinion2.html
Con estas letras, hoy ocho de Septiembre mi homenaje a mi padre, maestro, colega y amigo quien ha sido mi inspiración y mi baluarte a seguir.
El periodista de vocación se jubila solamente con la muerte
—Ricardo Trejos Maldonado—
Hay
momentos supremos en la vida, aunque cuenten en los anales de las realidades de
toda existencia humana, quiérase o no, cuando ocurren siempre producen una
atmósfera de misterio, no sólo para cada quien, sino también para los que
conforman el entorno del ambiente determinado.
Viniendo
de Carazo a Managua miré un trozo de bosque de un verdor intenso, nutrido de
plantas, árboles y enredaderas, detengo la marcha del vehículo y le digo a mi
acompañante «encantado construiría en medio una casita para vivir». La
respuesta fue: el próximo año debes de iniciar los trámites de jubilación. No
podría explicar de qué manera la miraría pero lo que si sé, es que fue por
primera vez que la palabra jubilación penetró en mí con un realismo
incuestionable.
Desde
aquel día se inició una preparación sicológica autopersonal alrededor de un
hecho inevitable, y poco a poco fui elaborando mentalmente lo que podría ser
ventajas y desventajas sospechando siempre que buscaba mentalmente una
respuesta a mi gusto.
Por
fin encontré la clave que no la localizaba porque no la veía, y que la iba a
mirar si estaba dentro de mí, en mi sangre, en mi corazón, en mi ímpetu; es
decir la jubilación aunque tenga que ver con determinada edad es una ley
social. Una jubilación, si uno no lo permite nunca te convertirá en ser pasivo,
ni mustio.
Hace
un año introduje la documentación necesaria en el Instituto Nacional de
Seguridad Social (INSS). El trámite duró ocho meses, cuyo proceso concluyó (por
esas manías de lo que llamamos destino) días después que el Dr. Sergio Bonilla,
Rector de la Universidad Internacional de la Integración de América Latina
(UNIVAL) anunciara la resolución del Consejo Académico y de la Facultad de
Humanidades de dicha Universidad, del otorgamiento del grado de Doctor Honoris
Causa en Humanidades.
Hace
dos meses que la jubilación se consumó, solamente algunos colaboradores y
amigos fueron avisados que la dirección de la Sección de Opinión de El Nuevo
Diario que dirigía concluiría muy pronto, como sucedió hace catorce días. Debo reconocer
que cometí yerro y me faltó cortesía al no escribir oportunamente nota
informativa-aclaratoria para los colaboradores y amigos, y de paso evitar que
se creara aires suspicaces.
Ahora
es mi oportunidad de transmitirle a mis lectores y amigos en general que paso a
convertirme en articulista semanal de El Nuevo Diario, periódico ligado a mi
historia vivencial con lazos indisolubles, no porque posea acciones en la
empresa desde que se fundó sino porque soy partícipe de su gestación; en él,
con él he vivido momentos de euforia, al inicio involucrado en tareas alegres
sin horarios, tiempos de entusiasmo, de alegría, de tristezas y dolores. Sin
embargo en los tiempos más duros al filo de las noches negrísimas tuve que
convivir con la muerte cumpliendo misiones periodísticas.
Una
de los cargos más importantes que desempeñé fue el de jefe de información, y
miembro del Consejo Editorial cuando funcionaba en los años de mucha fatiga.
Hace 13 años acordaron trasladarme a dirigir la Sección de Opinión, aunque existe
siempre esa presión diaria es una responsabilidad más reposada. En estos
últimos años conmovedores he tenido que luchar contra molinos de vientos,
enfrentar a mis fantasmas; han estado junto a mis Angeles de la Guarda, diablos
rojos, negros y azules.
El
lunes recién pasado una amiga me dijo: ¿quiere decir que te separas de El Nuevo
Diario? Y hoy le repito: «no puede separarse lo inseparable, yo he fundido
parte de mi vida en El Nuevo Diario, y yo lo llevaré en mi alma hasta el último
día de mi existencia». ¡Claro! que no se me olvida que estoy jubilado, relevado
de responsabilidades de periodista funcionario, como lo estarán próximamente
otros fundadores importantes. De una cosa estoy convencido hasta los tuétanos
de que periodista de vocación solamente se jubila, con la muerte.
Mi
demiurgo me habla todos los días de la coordinación que voy atender en UNIVAL,
mi Angel de la Guarda me dice que en toda actividad que elija no debe existir
presiones fuertes. Y mi Angel adulador melosamente me susurra al oído este es
tu momento cumbre para escribir y escribir, fortalecer tu vitalidad, y amar y
amar.
Les
quiero decir a mis amigas y amigos que no me siento frustrado, ni dolido, mucho
menos angustiado, me preparé bien para esta situación; eso si, estoy azorado y a
la vez gozoso por el misterio que puede depararme este renacer de mi vida.
Lo
que no puedo negar es que la ausencia de las tertulias diarias, hablando de lo
humano y lo divino, será congoja en mi alma.
El
recuerdo estará siempre sellado al lado izquierdo de mi corazón, junto al
escudo imborrable que confeccionaron personas justas y buenas con sus mejores
letras y sentimientos con motivo del Doctorado Honoris Causa. Sepan dispensarme
porque hablé mucho de mi persona, pero fue la única forma que encontré.
Nos
estamos viendo.
Prof.
Ricardo Trejos Maldonado
30
de Agosto del 2001
NOTA:
Cualquier mensaje o encomienda favor dejármelo en la recepción de El Nuevo
Diario. Por ahora, mi celular corresponde al número 0864-2909. Pronto señalaré
el número del teléfono convencional de mi estudio construido en un retazo de
verdor citadino
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