Caen los bolillos sobre el piano indígena (marimba de arco), y suena el son de marimba llamado el Mateamargo. Unas veinte personas observan a la bailarina, quien con delicadeza abre con su manos un lujoso abanico. Luego con la punta de los dedos de su mano derecha eleva su falda, con garbo y coquetería comienza a danzar de tal manera que con sus pies pareciera acariciar el piso. Mientras en una esquina el varón espera que lo invite a bailar.
Ambos bailarines no muestran su rostro, lo llevan oculto con máscaras de cedazo, cuya tez dibujada es de raza blanca y ojos azules.
El público sigue con su mirada a la danzante y observa los movimientos que hace con los pies, con su abanico y cabeza, no quieren perderse ningún detalle de cada gesto o paso que realiza.
Continúa danzando al ritmo del son de marimba, que antes había solicitado a los marimberos, y lo hace dentro de un círculo formado por el mismo público en la sala de una casa. El público sigue observándola con detenimiento y satisfacción por su estilo y conocimiento del baile.
Luego la danzante gira hacia el varón y con suavidad mueve de abajo hacia arriba el abanico indicándole que es el momento de bailar con ella. Ambos se mueven al ritmo de los pasos de marimba, realizan una especie de flirteo gestual. Se acercan hasta quedar sus rostros casi juntos, la danzante se aleja, él la sigue. Y el público observa, comenta y aplaude en señal de disfrute.
Así se vive el “Baile de Negras” que es una prolongación de las danzas autóctonas y tradicionales de Masaya, pero con su propia originalidad en los pasos. Este baile posee la particularidad de que ambos danzante son hombres y solo uno viste de mujer. Sus trajes o disfraces son extraídos de otros países. Visten como húngaros, gitanos, toreros, piratas, marineros, hawainos etc.
A través del relato oral se conoce que este Baile de Negras se inició cuando jóvenes mozas de raza negra llegaban a Masaya durante la celebración de la Fiestas Patronales de San Jerónimo. Las visitantes participaban en los bailes de marimba, vistiendo trajes coloridos confeccionados con regias telas, y hacían pareja con danzantes de Masaya en los domingos de Octubre.
Con el tiempo las hermosas negras no volvieron más. Sin embargo las fiestas continuaron y aparece en escena el español quien invitaba a danzar a las hermosas indígenas haciéndole galanteo.
Los hombres indígenas comenzaron a imitar el galanteo que los españoles hacían a sus mujeres mientras bailaban al son de marimba. De ahí el origen del porqué sólo hombres bailan.
Existen varios grupos y cada uno lo conforman cinco parejas de bailarines. Unos son más famosos que otros por el sello particular que dan a los pasos de marimba y por el lujo de sus vestimentas.
El baile recorre desde las 8 de la mañana hasta la media noche distintos hogares masayenses que abren sus puertas para recibirlos con comidas y bebidas. Durante el trayecto de un hogar a otro los bailarines van acompañados de una romería de gente: familiares y amigos.
Los ven bailar una y otra vez. Hay quienes lo acompañan hasta que concluyen la trayectoria y presentaciones.
El Baile de Negras sólo se da en Masaya, y para sus habitantes es un orgullo de contar con esta expresión cultural, es identidad y sello como masayense, herencia de sus antepasados aborígenes, que junto a la música de marimba forman sus propias raíces, sus orígenes.
Excelente remembranza de nuestro folclore y particularmente de nuestra ciudad Masaya (con sus danzas tradicionales), conocida tambien como la cuna del folclore..
ResponderEliminarGracias por su comentario. Soy Masaya, y llevo en la sangre el son de Marimba.
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